lunes, 21 de enero de 2013

Soy Jack.


 No me gustan los dulces sueños.
Es muy sencillo, siempre he preferido lo salado.

Y con ese gusto por lo salado acabé en la barra de un bar,
soltando mi mierda a un camarero que odia su trabajo más de lo que yo
odio esta copa que me estoy tomando.
La conversación no dura mucho y me deja solo, con mi querido licor ámbar.
 Sé que me está consumiendo... El alcohol, ¿es tan malo?
Nos ayuda a olvidar y todo ese royo que soltamos los que buscamos la compañía
del whisky y los hielos...

Se me acaba la bebida y esa camarera nueva viene a rellenármela, es bonita pero un 
poco insulsa.

"No, deja la botella aquí, que me haga compañía..."

Creo que no volverá a servirme más tragos esta noche, es miedosa y yo bebo. Uña y carne.

Llegado a este punto y ya que me estás leyendo, debería decirte quién soy ¿no?

Parto de la base de que no sé quién soy, puedo darte nombre, fechas, gustos, versos y demás
basura que sólo nos identifica, pero eso no dice quién soy.
Llámame Jack, Jack D, como mi amiga cuellilarga que me da tantas noches de olvidos y tantas mañanas con dolores de cabeza.


En mi caso, al ser esta mi sexta copa, mis problemas quedaron atrás. Al menos, por esta noche.





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